Consideramos que ambos tienen aspectos positivos que aportar y limitaciones intrínsecas.
Las terapias virtuales se pueden realizar en cualquier parte del mundo, en entornos donde el paciente se sienta con seguridad y comodidad, no es necesario trasladarse a ningún lugar y todo esto permite que las barreras financieras sean menores.
Por otro lado, la presencial permite desarrollar empatía y confianza mucho más rápido, aunque esto no quiere decir que en la virtual no se logre.
Lo más importante es que te sientas cómodo/a en cualquiera de las que realices y que esta esté centrada en sanar tu salud mental.